lunes, 21 de febrero de 2011

MÁNCORA, DEPARTAMENTO DE PIURA, PERÚ

Buenas tardes a todos, cómo saben los que nos siguen por la radio cada miércoles en Candela Radio, en 91.4 fm, estamos en Máncora, en la costa peruana. Cómo el diagnóstico de la Hepatitis fue descansar mucho y comer sano, decidimos alquilarnos una casita unas dos semanas para al menos descansar bien, ya que el ser nómada, es bien cansado y en este momento, no es lo que vale. Alquilamos una pequeña casita, donde convivimos con cuatro regimientos de hormigas, que creo hoy, hemos aniquilado.
Máncora es un pueblo de pescadores, cómo la mayoría de las zonas de costa, que tienen dos principales vías de ingreso económico, la pesca y el turismo. Al igual que en Montañita, Ecuador, en Máncora, hay dos calles principales donde se aglutinan los restaurantes, los hospedajes y los vendedores, el resto del pueblo es la vida normal de sus habitantes, que viven duramente, en un lugar donde el agua es un tesoro que no circula, los árboles que dan sombra existen en los cuentos y los contenedores de basura brillan por su ausencia.


En Máncora ya hemos presentado nuestro proyecto de intervención a la Municipalidad distrital y nos encontramos a la espera de que nos digan cuando empezar a trabajar con ellos. En principio lo que hemos cuadrado con ellos serán un par de talleres con adultos y proyecciones de cine en la plaza para todos los públicos. Veremos en estos días lo que acontece. De mientras les presentamos el pueblo para que se familiaricen con el, así también viajan con nosotros.


Al puerto, cada día, como a las horas del medio día, comienzan a llegar decenas de barcas que traen la carga de los medio pesqueros que quedan anclados lejos de puerto. Allí, sobrevuelan las cabezas cientos de gaviotas y pelicanos tratando de agarrar todo aquello que se cae o si pueden lo que esta pescado, pero no haya personas cerca. También se acercan a almorzar una pareja de tortugas, que fueron muy dificiles de fotografiar dado que subían a tomar aire y se escondían nuevamente a llenar sus pancitas. Son hermosas, y mas así de felices. Las torugas esta prohibido pescarlas o matarlas por ello, se pueden acercar sin ningún miedo al puerto, aunque haya personas, ya les perdieron el miedo.


También por las caracteríticas de las olas, hay muchos surfistas, el mar es bien revuelto y las olas rompen con una fuerza indeterminada. Medio miedosito en ocasiones. Este es un atardecer en calma.


Y de mientras esperamos a la resolución de la Municipalidad, nosotros seguimos haciendo llegar el buen cine a todas partes, en esta ocasión, el domingo, preparamos la tarde de cine en la Panadería y Pizzería al horno de leña de Santiago, un viejo amigo de Abel, que lo consideró una muy buena idea.




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