Una vez mas, como tantas en nuestro viaje cargado de emoción y realidad nos toca despedirnos de personas especiales y lugares donde se nos ha acogido muy bien. Todos saben que no solemos quedarnos mucho tiempo en los lugares que visitamos, una semana aproximadamente. Y en este caso, en Cotopaxi se nos fue alargando, fueron surgiendo trabajos y talleres para realizar con las diferentes comunidades de los alrededores y poco a poco fue pasando el tiempo y resulto que, al final estuvimos un mes y casi medio en Cotopaxi. Eso sí, trabajando, haciendo reportajes de los lugares, que alguno aún nos queda por subir a Youtube, conociendo realidades sociales y disfrutando mucho. Pero también tenía que llegar la hora de marchar. Y la pena de marchar no era por el lugar como es de imaginar, sino por las personas.
Estuvimos exactamente un mes acogidos en el Monasterio Cisterciense de Santa María del Paraíso, donde nos han tratado super bien, hemos disfrutado de un espacio de tranquilidad y descansado mucho, que también lo necesitábamos. Y también hemos cogido cada día mas cariño a los Monjes que allí viven, que aunque no los veíamos a todos cada día, a algunos de ellos sí, además es una convivencia diferente en la que, aunque no se intercambien tantas palabras, se sabe que se comparte el mismo espacio de paz.
No pudimos despedirnos de todos, tan sólo del Padre Jesús y del Padre Jose Luis, que además nos hicieron un último regalo, nos bendijeron el carro y también a nosotros, para seguir siempre bien protegiditos y rodeados de luz.
Y llegó la hora de la despedida, pero seguro en un tiempo volvemos a visitarlos, aunque sean muchos meses, nos encontraremos de nuevo en algún lugar. Muchas muchas gracias por todo a todos ellos y un abrazo muy muy grande.
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